Colin Singleton, chico prodigio que ama los anagramas, las hamburguesas y las Katherines. Así es, las Katherines, no las Katies ni las  Caterines, KATERINES. ¿La razón? Puede ser una repulsiva obsesión hacia el nombre o simplemente porque le gustan, solo por eso, no hay razón profunda o algo que lo explique.

Este chico es un cerebrito que no está conforme solo con eso, este chico quiere ser reconocido y recordado, quiere aportar algo importante a la humanidad y tener ese momento en el cual todo inventor tiene esa explosión de emoción o ese momento impactante que le permite descubrir lo que buscaba. El momento eureka.

De todas las Katherines con las que ha estado, había una, había una en específico que destacaba, era la ideal, la perfecta, la Katherine una entre un millón de katerines. La chica que él pensaba que era la definitiva, la dejo.

Para superar esto, decide dar un viaje por Estados Unidos junto con su mejor amigo Hassan. Esta maravillosa aventura lo lleva hasta Tennesse. Donde vivirá increíbles aventuras no tan típicas de adolescentes, comerá hamburguesas, explorara y ¡claro! Tendrá ese momento eureka que tanto deseaba.

Esta loca aventura nos permite sentirnos identificados con las situaciones que presenta, esto permite que la lectura no sea tan pesada, todos nos hemos enamorado y todos hemos echo cosas tontas por esa persona, todos hemos echo cosas tontas por intentar llamar su atención y todos hemos echo cosas tontas por intentar olvidarla.

Esta historia tiene un perfecto balance entre amor y comedia que sin duda la hace divertida y fácil de leer, con el toque especifico de  John Green, El teorema Katherine es una historia divertida que , a pesar de que puedes evitar leer, no te lo recomiendo.